ADVERTENCIA:

Todos los materiales, vínculos y contenidos que integran este espacio, han sido incorporados con fines exclusivamente didácticos y sin mediar ninguna intención de lucro.

El unico mérito de este equipo de trabajo es haberlos compilado en un sitio para facilitar el acceso de las personas interesadas en la consolidación de la cultura inclusiva.

El ritmo...aún sin oír se puede percibir*

El ritmo... aún sin oír se puede percibir.
Convivir con la diversidad nos enriquece a todos.
Ps. Daniela Etcheverry

Fuente: http://www.discapacidaduruguay.org/articulos.asp#12

*Material reproducido con fines exclusivamente didácticos.

La vida de una familia cambia cuando llega un nuevo integrante a la misma, este desequilibrio es mayor aún cuando la persona que llega tiene una característica desconocida para el grupo familiar, en este momento nos referimos al déficit auditivo, muchas veces son padres que nunca han tenido contacto con otra persona sorda.

Es una situación difícil, que repercute en todo el grupo familiar. No lo es tanto así, cuando la persona sorda nace en una familia donde alguno ya tiene este déficit.

En muchos casos todo comienza a girar en torno a este niño o niña, quien pasa a ocupar un lugar central en la dinámica familiar; muchas veces son sobreprotegidos, o son depositarios de todos los problemas familiares, también puede suceder que queden marginados, no reciben atención a tiempo muchas veces por falta de conocimiento, no se toman decisiones, por lo tanto el sujeto con sordera no logra establecer un código de comunicación tempranamente.

Es muy común que las madres sean las que quedan en un lugar casi fijo, encargadas de llevar a los niños a los diferentes profesionales que lo asisten, es así que son las que más los comprenden y muchas veces funcionan como intermediarias entre ellos y el resto del grupo familiar.

Esto no ayuda al funcionamiento del mismo, ya que las madres se sienten sobrecargadas, los roles se hacen muy rígidos y se establecen vínculos de dependencia que no favorecen el crecimiento de los distintos integrantes del grupo familiar. Es conveniente que estas personas reciban ayuda para comprender su dolor y desconcierto ante la nueva situación, es importante también que reciban información que explique sobre el déficit, qué representa el mismo y cómo pueden ayudar a su hijo.

Al mismo tiempo que deben entender lo mencionado anteriormente, surgen sentimientos variados y muchas veces contradictorios: rabia, frustración, dolor, lástima, etc. lo que ayudará en el proceso de poder aceptar la realidad.

Todas estas vivencias, en la medida que van siendo superadas fortalecen y unen a la familia. En los primeros tiempos surgen interrogantes y gran incertidumbre al pensar si su hijo podrá lograr algún código de comunicación, dudas sobre las distintas posibilidades educativas que les ofrecen (muchas veces presentadas como verdades absolutas).

Luego cuando han logrado cierta estabilidad, surgen nuevamente inquietudes y nuevas decisiones a tomar cuando se enfrentan con la entrada a secundaria. La etapa de la adolescencia con todo el cambio que se da en las personas, la aceptación de una nueva imagen corporal ayuda a que los sujetos sordos se cuestionen sobre su situación, el porqué de la misma, sentimientos de rabia y frustración por sentirse “diferentes a los demás”. Es importante que establezcan vínculos con otras personas sordas, pudiendo entonces compartir situaciones similares e identificarse con otros "iguales”, este cuestionamiento favorecerá en gran medida la elaboración de su propia imagen.

Estos jóvenes en general están atentos al medio ambiente que los rodea, son muy perceptivos de las actitudes de las personas, de los mínimos gestos y expresiones de los rostros. Esto que los ayuda a compensar la falta de audición a veces juega en contra, ya que hace que interpreten la realidad con cierta subjetividad, en general teñida de ideas tales como que los demás hablan mal de ellos, se sienten criticados, desvalorizados. Muchas veces una mirada o “una cara rara” los hace pensar que es en contra de ellos.

Es por lo tanto muchas veces necesario dirigirse a ellos, hablarles de frente, de forma pausada y compartir lo que está sucediendo para que no se den mensajes distorsionados. Las dudas que se dan en cualquier persona en este momento existencial se ven acrecentadas, ya que en los lugares de estudio o de esparcimiento, dónde el grupo pasa a ser el espejo donde los jóvenes desean mirarse, a ellos se les hace más difícil captar las conversaciones y poder seguirlas, eso provoca que muchas veces se cobijen en la familia, o establecen vínculos de dependencia con otro que les ayuda en la decodificación de los mensajes, cuando esta dependencia es mucha sentirán temor por perder esa persona. Para compensar esta situación se muestran omnipotentes, como defensa frente a sentimientos de desprotección y desvalorización. En general tienen un ideal al cual aspiran y es el poder ser oyentes-parlantes. Debemos ayudarles entonces a sentir que el déficit auditivo no implica de ninguna manera una falla como individuos, ni una razón para sentir deseos de parecerse a un otro, sino que podrán desarrollarse y desplegar todas sus potencialidades lo que los hará ser cada uno personas únicas capaces de elegir su propio camino.

La familia juega un papel preponderante a la hora de sostener a los jóvenes y enseñarles a manejar sus emociones. De esta manera irán logrando su independencia.

El diagnóstico de sordera no implica el desarrollo de un cuadro psicopatológico. Sí es cierto que a las personas sordas se les hará más difícil su camino, por vivir en un mundo donde casi todo está pensado para personas oyentes, pero también es verdad que todos en nuestro camino de crecimiento nos encontramos con obstáculos y posibilidades y enfrentarlas nos permite ser de una forma diferente cada uno.

En nuestra sociedad existe poca aceptación de lo diferente. La información sobre la sordera es escasa y en general es manejada por las familias y los técnicos especializados y no por el grueso de la población. Por lo tanto es comprensible que el sujeto sordo se sienta desamparado frente a toda esta situación.

Una madre nos cuenta de su propia experiencia familiar. “ Cuando decidimos tener hijos, indudablemente pensamos en lo maravilloso de poder tenerlos, criarlos, educarlos y guiarlos en la vida de la mejor manera posible. Nadie nos enseña cómo. Mucho menos si tenemos un hijo con cierta discapacidad. En nuestro hogar nació Stefanía. Una niña sorda. Nos dimos cuenta de su sordera a los seis meses de edad, y ahí nació también nuestro periplo. Dimos por suerte con profesionales especializados, que en estos casos es fundamental y decidimos que nuestra hija, por sobre todas las cosas tenía que ser una niña feliz. Su personalidad y su perseverancia influyeron para que se dieran las cosas de manera positiva. Un joven sordo también puede estudiar, bailar, salir con sus amigos oyentes o sordos. Son personas muy perceptivas, auténticas y saben lo que quieren. La sociedad toda, tiene que saber que también los chicos sordos, desean disfrutar de las mismas cosas que los demás. Son iguales a todos, nada más que no escuchan. Pueden ir a un baile y bailar toda la noche sin parar, ya que perciben la música, de otra manera, la perciben por vibración. Su manera de hablar puede ser diferente o no, pero si quieren se comunican a la perfección con los oyentes, todo depende de la otra persona. Pensemos un poco en que hay grandes artistas en música como Beethoven, pintura como Petrona Viera (pintora uruguaya) como otros tantos profesionales, que han padecido de sordera y que su trabajo ha quedado grabado en la historia”. Alicia Quirino.

“El ritmo está en todo. Está en nuestra respiración, en nuestra circulación, en nuestro nombre, en la manera de movernos, de hablar, de dormir, de amar, de comer. Cada movimiento ejecutado en el espacio tiene que ver con nuestro ritmo. Cada uno de nosotros tiene una manera diferente de moverse con ese ritmo en lo personal, en lo colectivo, pero siempre creadoramente.” María Fux.

Psicóloga especializada en el desarrollo psíquico de la persona sorda. Centro educativo para el niño sordo. 707.30.51 Ceenda2002@yahoo.com

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